sábado, 24 de marzo de 2012

El ruido producido por el hombre afecta a las plantas


Un número creciente de estudios indican que los pájaros y otros animales cambian su comportamiento como respuesta al ruido producido por el hombre, como el proveniente del tráfico y otras máquinas. Pero el ruido humano no sólo afecta a la fauna. Puesto que muchos animales también polinizan plantas o comen sus frutos y dispersan sus semillas, el ruido producido por el hombre también puede provocar una onda expansiva en la vegetación, asegura un nuevo estudio recién publicado en la revista 'Proceedings of the Royal Society B'.

En los casos en los que el ruido tiene su efecto en plantas longevas como los árboles, las consecuencias pueden notarse durante décadas, incluso después de que las causas del ruido hayan desaparecido, asegura el autor principal del artículo, Clinton Francis, del National Evolutionary Synthesis Center de Durham (EEUU).



En estudios previos, Francis y sus colegas habían descubierto que algunos animales incrementan su número cerca de los sitios ruidosos mientras que otros se hacen más escasos. La pregunta que se hicieron a continuación es si esto afectaría también a su vez a las plantas.

Lo que hicieron fue acudir a un terreno natural donde poder analizar estas cuestiones. El sitio elegido fue una reserva natural situada en Nuevo México, la Rattlesnake Canyon Wildlife Area. Es un area cubierta de arbustos, pinos y otras coníferas donde existen abundantes yacimientos de gas natural. Las compresores usados para extraer estos hidrocarburos producen un constante y sonoro ruido durante las 24 horas del día. Desde 2007 hasta 2010 los investigadores estudiaron allí cómo afecta el ruido a las plantas.

La zona tenía la ventaja añadida de ser totalmente silvestre salvo por la presencia de estos artefactos, lo que permitía realizar el estudio centrándose en el ruido y sin que otros elementos como la polución atmosférica o la iluminación interfirieran en los resultados, como habría ocurrido de haber elegido como campo de pruebas un área más urbanizada.

Los investigadores llegaron a la conclusión de que el ruido tiene un papel determinante en el comportamiento de la fauna y que esto tiene variados y complejos efectos sobre la vegetación. Así, descubrieron que un laborioso polinizador de plantas, el colibrí 'Archilochus alexandri', frecuenta las zonas más ruidosas, situadas cerca de las áreas de extracción de gas. Esto se debe a que el principal predador del colibrí, un córvido llamado 'Aphelocoma californica' y similar a la urraca y el arrendajo europeos, detesta las áreas ruidosas.

De esta forma, las zonas con ruido sirven de refugio al colibrí y este las visita más, hasta cinco veces más que las partes ruidosas de la zona estudiada. Como consecuencia de ello, los investigadores observaron que las especies de plantas que el colibrí poliniza se ven especiamente atendidas en las zonas ruidosas y menos en las silenciosas. Debido a ello, la fertilidad de esas plantas es mayor en las zonas ruidosas.

También en los arboles

Otra llamativa observación sobre el efecto del ruido en la vegetación fue realizada sobre los pinos de la zona ('Pinus edulis'). Estos producen un piñón comestible sobre el que depredan todo tipo de animales, especialmente los pequeños ratones de campo y de nuevo al córvido 'Aphelocoma californica', conocido como western scrub jay en inglés.



El ratón tolera bien el ruido y come abundantes piñones bajo los árboles situados en las zonas ruidosas. A su vez, es un eficiente comedor y ninguna semilla queda intacta tras pasar por su tracto digestivo. De esta forma, son muy pocos los piñones que quedan a salvo en las zonas ruidosas y, por tanto, es bajo el nacimiento de nuevos especímenes de pino.

Por el contrario, las zonas silenciosas son visitadas muy poco por los ratones y mucho por el córvido, que tiene la costumbre de enterrar piñones para consumirlos después. Como consecuencia de ello, en esas zonas quedan muchos más piñones libres de la depredación que en las áreas ruidosas. De hecho, el equipo de investigadores dirigidos por Francis constataron que hay cuatro veces más plántulas de pino en las zonas silenciosas que en las ruidosas.

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