Los amantes de espacio podrán elegir en pocos años con qué compañía quieren viajar para emular a los astronautas. Incluso es posible que en menos de una década no haya que salir de España para experimentar algunos minutos de ingravidez.
Las empresas que ofrecen vuelos suborbitales cuentan con un nuevo competidor, un consorcio internacional llamado Booster en el que participan dos empresas españolas, Elecnor Deimos Space y Aernnova Engineering.
El fundador del proyecto, el británico James Murray (Bahamas, 1972), espera iniciar su programa de vuelos suborbitales privados a partir de 2016 o 2017. Los primeros vuelos partirán, previsiblemente, desde EEUU. Sin embargo, Booster contará con su propio minitransbordador, que podrá despegar desde cualquier aeropuerto del mundo. Por ello, el piloto e ingeniero Murray espera que España se convierta en la base europea desde la que despegarán los vuelos de su compañía en España. Un programa que podría iniciarse dos o tres años después del comienzo de las operaciones en EEUU. Así lo aseguró a EL MUNDO durante la presentación de su proyecto.
Y es que, a diferencia de otras propuestas de vuelos suborbitales, el objetivo de esta compañía es contar con varias naves espaciales que despegarían desde distintos lugares del mundo. La oferta de Booster se suma a la de otras compañías espaciales como Virgin Galactic (propiedad del multimillonario Richard Branson) o Space Adventures.
Ingravidez por 151.000 eurosPor 200.000 dólares (unos 151.000 euros), los pasajeros podrán experimentar entre cuatro y seis minutos de ingravidez y disfrutar de las vistas de la Tierra a 100 kilómetros de altitud. El precio también incluirá el entrenamiento durante los días anteriores al vuelo, que durará aproximadamente una hora.
Según explicó durante la presentación de su proyecto a EL MUNDO, James Murray, confía en que dentro de unos años serán capaces de bajar el precio y ofrecer billetes por 150.000 o 100.000 dólares: "Queremos hacer el espacio accesible combinando la tecnología aeronáutica y la espacial".
Murray sostiene que viajar al espacio se ha convertido en una cuestión económica: "Ya no es un problema técnico. Tenemos la tecnología, hemos pasado 50 años desarrollándola. Pero no la hemos utilizado para hacer asequible el acceso al espacio", señala.
El objetivo de este ingeniero es lograr que los viajes al espacio sean seguros y tengan un coste razonable: "Hay mucha gente que quiere ir al espacio si el precio es adecuado", añade.
Si todo marcha según lo previsto, calcula que en un periodo de una década llevarán al espacio a 2.000 personas cada año.
el mundo
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